jueves, marzo 10, 2005

Crónica del fin de semana (un poco desfasada)

Ha sido un fin de semana algo agitado por lo que no he podido subir música ni postear nada. Todo empezó el viernes por la noche...

Viernes
El cumpleaños de Nicky fue el jueves 3 pero el susodicho decidió celebrarlo el viernes para organizarse un tonazo con todas las de la ley (harta gente, trago, merengues y perreo). Claro, antisocial como soy, desde que llegué me senté en un rincón alejado a beber harta sangría, ponche, algarrobina, ron... era eso o ponerse a bailar el chuculún con las amigas del dueño del santo y pues, no me motivaban (ni la canción ni las amigas). Por lo demás la fiesta estuvo entretenida, debo haber ingerido mi peso en alcohol y creo que batí mi record de tiempo mirando un punto en la pared, nada mal.
Las últimas personas se fueron yendo casi a las tres de la mañana, y yo me estaba cayendo de sueño así que usurpé la cama de mi amigo, forzándolo a jatear en un colchón en el piso, como buen anfitrión que es.

Sábado
Desperté casi a las diez con una resaca misia (por algún motivo me dolían los huesos la cara) y le pasé la voz a Nicky. Estuvimos conversando un rato y rajando del gran ausente de la noche, nuestro pata Erick, quien a pesar de haber jurado y rejurado que iba a ir, nunca se apareció a final de cuentas y ni siquiera llamó al complementado que ya daba síntomas de resentimiento... medio en broma le sugerí a Nicky irnos a Talara y hacerle una visita sorpresa a nuestro incumplido amigo y para mi asombro mi sugerencia fue recogida y aceptada con entusiasmo... alistó unas cuantas cosas en su mochila y salimos de su casa, vinimos a Sullana para recoger las mías y avisar en casa que me iba a desaparecer el fin de semana (de paso darme un baño rápido para quitarme el olor a trago).
Luego tomamos el carro más barato que encontramos y mientras éste terminaba de llenarse calculamos que siendo las tres de la tarde estaríamos llegando a nuestro destino cerca de las cinco. Pobres ilusos, no teníamos ni idea...
Casi tras una hora de viaje se reventaron un par de llantas del micro, sí, no una si no DOS. Estúpidos micros baratos... encima no habían llantas de repuesto, y un pasajero se bajó a pelear con el chofer. Tras largos minutos de discusión nos enteramos que dentro de una hora pasaría otro carro de la misma agencia y que recogería a los pasajeros que pudiera, que Talara estaba todavía a unos diez kilometros y que no nos pensaban devolver ni un centavo. El árido paisaje lleno de algarrobos secos y cubierto por un cielo gris a punto de llover era precioso, le sugerí a Nicky caminar hasta Talara y sorpresivamente atracó otra vez.
Eran las cuatro y media de la tarde, y ahí estábamos los dos, caminando al margen derecho de la carretera Panamericana, yo con una gaseosa de dos litros en una mano y Nicky con una bolsa de chifles en su mochila.
Los camiones y omnibus interprovinciales pasaban a gran velocidad a nuestro lado, arrojándonos ventarrones de arena con violencia y haciéndonos perder el equilibrio.
Caminamos y caminamos y caminamos, el paisaje era el mismo, una pampa de tierra con arboles secos, montañas azuladas al fondo, un agradable viento frio y un silencio espectácular; íbamos empapados en sudor, cubiertos de tierra y una ampolla iba formandose en mi talón, pero ibamos contentos, conversando, cantando, riéndonos de nuestra situación y Nicky asegurando que nunca más me haría caso. Llegamos a Talara cuando estaba oscureciendo, tras hora y media de caminata, con sólo un pensamiento en nuestras mentes: patear a Erick al verlo.
La villa FAP de Talara es un lugar agradable, grande y tranquilo, lleno de casas de un piso con jardín afuera a manera de suburbio norteamericano. Ubicada en una zona alta, tiene lugares a manera de barrancos desde donde se puede observar la ciudad en su plenitud, lejos, allá abajo.
Erick nos esperaba en su sala viendo tele, lamentablemente no lo pudimos patear en ese momento pues su mamá estaba ahí. Nos dieron un cálido recibimiento con abudante comida y chela de por medio, mientras contábamos nuestra pequeña travesía para llegar allá. Esa noche nos la pasamos conversando, poniéndonos al día con lo que nos había ocurrido los últimos meses, recordando los viejos tiempos cuando, empezando la u, nos pasabamos fines de semana completos en casa de alguno, con algún videojuego, viendo animes o simplemente bebiendo (la de los videojuegos era la opción preferida).

Domingo
Dormí cansado, como no lo hacia en mucho tiempo, y desperté con el cuerpo bastante repuesto, salvo por la ampolla king-size que había brotado en mi talón derecho. Ese dia nos largamos a la piscina de la villa después de almorzar, claro, tuvimos que reposar el almuerzo cerca de tres horas por que la mamá de Erick se mandó con un super menú de ceviche, chupe de mariscos y arroz con pollo, como para quedarse dormido por una semana... ¿en qué estaba? ah si, la piscina, llegamos un poco tarde y no hacía mucho sol pero igual había gente, al principio no quería entrar pues mi lado paranoide-hipocondriaco en lugar de piscina veia una sopa de bacterias y hongos listos para devorar al primer incauto que entrase en ella, pero, viendo como se divertían todos decidí entrar un toque... y luego ya no había quien me sacase. Estuve nadando de un lado para otro y cuando descansaba me ponía a conversar con Nicky y Erick, y recordé por que me llevo tan bien con ellos, existe un equilibrio bien chévere entre los tres, por lo general yo funjo de arbitro entre ellos, y me cago de risa viéndolos interactuar.
Cuando mis dedos ya estaban como pasita y mi piel de una tonalidad plomiza de tanto cloro, es decir tras un par de horas dentro del agua, decidimos salir. Erick tenía un dolor de oido asqueroso, llegamos a su casa y nos bañamos, el niño se tiró en un sillón a ver tele y sufrir, nosotros nos pusimos a jugar cartas. Llegó un momento en que su dolor era tan insoportable (tanto para él como para nosotros que debíamos oir sus lamentos) que su hermana sugirió aplicarle un remedio arcaico pero efectivo, colocar un embudo hecho de papel en su oreja y prenderle fuego... tan gracioso como suena, lamenté no haber llevado una camara fotográfica, verlo ahí sentadito y resignado, sosteniendo el embudo en su oreja mientras la flama se hacía mas grande... es un espectáculo que alegrará mis próximas noches...

Lunes
Eso fue todo, nos quitamos muy tempranito en la mañana, mientras Erick se alistaba para ir a su chamba. Tacaños como andábamos hicimos el camino de la villa al paradero a pie... ahora puedo afirmar sin exagerar que conozco Talara y que no me gusta. Nos subimos a una combi desvencijada y vacia, pero barata ;) (no escarmiento) y casi me caigo ayudando a subir a una viejita muy gorda (la señora pesaba tanto que me hizo perder el equilibrio)... el viaje fue tranquilo, hacia calor, y la combi apestaba pero llegamos a tiempo y a dormir, dormir, dormir y reposar mis adoloridos huesos...

Mañana con más tiempo subiré las canciones que he elegido aparezcan en mi radio blog para el mes de febrero, nos vemos luego.


1 comentario:

Angel dijo...

Jajaja, pues creo que mi respuesta sería lo segundo: arrugas, cáncer a la piel, lunares sospechosos... sip, todo el paquete.