Ayer me la pasé toda la tarde en cama con una migraña inaguantable, y por la noche de rodillas frente al inodoro, vomitando.
Inadmisible.
Quien sólo me conozca a través de este blog pensará que debo tener algún tipo de problema neurálgico, pero nada de eso. Lo de la migraña no me había ocurrido desde el asunto de Trahtemberg hace dos meses y antes de eso desde 3° de secundaria (o sea, hace mmm... como 13 años). Y ahora creo que sí se lo podría adjudicar al stress. Varias malas noches con poquísimas horas de sueño y mucha actividad física y cerebral. Mala alimentación, rezagos de una gripe mal curada que no hay cuando se vaya. Un estado de depresión generalizada. Sí, son ciertamente cosas que van minando las defensas de cualquiera.
Pero, como soy partidario de curarme al natural, no pienso ingerir ningún tipo de químico ni plantita para salir de ésta. Confío en que un buen descanso -como el de hoy- será más que suficiente.
Por lo pronto se me vienen unos últimos días de ajetreo con los exámenes finales en la universidad, en el francés y eso. Espero poder pasar por ellos con tranquilidad y llegar tranquilo (y con vida, y saludable) al concierto de Soda Stereo el 9 de diciembre, allá en la capital.
P. d. Nos acercamos a las 30 000 visitas. Me parece justo ponerme al día con algunos posts pendientes (como el viaje con Josué a Chiclayo y a Trujillo, las críticas a mi libro, el recital Magenta y otras tantas actividades culturales por las que pueda haber caido).
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