Era difícil no sentirme identificado con Miles, el protagonista de Sideways (traducida como Entre copas por acá), tan normal y defectuoso, tan fracasado y pesimista.
Había quedado en reunirme con unos amigos en el Venecia, una simpática heladería en el centro de Piura, pero la puntualidad nunca ha sido mi fuerte y esta vez no fue la excepción. Llegué cerca de una hora tarde y me dio cosa entrar, así que opté por largarme a ver la peli, que recién esta semana ha entrado en cartelera y de la que había leido muy buenas críticas.
La sala estaba vacía, ubiqué un buen asiento (en medio de la séptima fila) y me senté a beber del vaso mediano de pepsi que había comprado al entrar, claro, con la sed que me traia la pepsi no alcanzó ni al primer trailer de próximos estrenos.
Sólo llegaron unas diez personas más, la mayoria señores ancianos, solos.
A medida que la película avanzaba me hundía más y más en mi asiento, no por que no disfrutara la peli (de hecho me pareció preciosa) sino porque sentía que estaba observando mi propio futuro en la pantalla y todo era tal como lo imaginaba.
Al finalizar la película sentí la imperiosa necesidad de hacer dos cosas: escribir (algo, cualquier cosa) y beberme una botella de vino, el que fuera, quería embriagarme, yo solo, pero me quedé con las ganas, no hice lo uno ni lo otro, manos en los bolsillos vagué un rato por las desérticas calles piuranas, aquella cálida noche de domingo, reflexionando sobre mil cosas, intentando ubicar qué está mal en mí, y qué debo cambiar si quiero ser medianamente feliz.
La sala estaba vacía, ubiqué un buen asiento (en medio de la séptima fila) y me senté a beber del vaso mediano de pepsi que había comprado al entrar, claro, con la sed que me traia la pepsi no alcanzó ni al primer trailer de próximos estrenos.
Sólo llegaron unas diez personas más, la mayoria señores ancianos, solos.
A medida que la película avanzaba me hundía más y más en mi asiento, no por que no disfrutara la peli (de hecho me pareció preciosa) sino porque sentía que estaba observando mi propio futuro en la pantalla y todo era tal como lo imaginaba.
Al finalizar la película sentí la imperiosa necesidad de hacer dos cosas: escribir (algo, cualquier cosa) y beberme una botella de vino, el que fuera, quería embriagarme, yo solo, pero me quedé con las ganas, no hice lo uno ni lo otro, manos en los bolsillos vagué un rato por las desérticas calles piuranas, aquella cálida noche de domingo, reflexionando sobre mil cosas, intentando ubicar qué está mal en mí, y qué debo cambiar si quiero ser medianamente feliz.
5 comentarios:
Pues no hagas lo mismo que Miles, y creeme que el vino no es un buen compañero, pudo quedarse con Maya pero su falta de seguridad lo llevo a la escuela y ni siquiera la botella que tanto guardo lo satisfizo.
Piensa en eso ;)
Gracias por la reflexión, aunque el final lo veo desde otra perspectiva.
Una cosa que me gustó mucho de la película es que termina con un final abierto. Se sabe que va a buscar a Maya después de oir el recado de ésta, lo que no queda claro es si esta vez funcionará lo de ellos. Y ese vino que tuvo tanto tiempo guardado... pues fue bebido cuando debió ser bebido, la ocasión lo ameritaba, el pata se sentía muy mal, que mejor momento para embriagarse.
Por lo pronto ya encargué una botella de vino chinchano y me la despacho solito el jueves. Mi estado anímico lo amerita ;)
Salud!
Pues sí, las he visto (prefiero Magnolia sobre El Náufrago) y a mi parecer en ambos casos el final es alentador más que nostálgico (ambos finales, abiertos también, mostrando el inicio de lo que podrán ser maravillosas relaciones amorosas, de esas que no existen).
Estoy deprimido (aunque no lo parezca, lo que es peor) y voy a beber para distraerme de mí, de mis corazas y estupideces. Y por eso mismo he de beber en soledad.
Oe, no seas, pe, bebe conmigo aunque sea... aunque el jueves me voy a Chalaco con la gentita del Gobierno Regional!
Bueno, yo tb ando deprimida y en serio, estoy llegando a esos estados míos que suelen ser clínicos (no dormir pensando, soñar cosas feas, llorar cada 5 minutos, no comer... en fin, pura mierda).
Pero que sepas que puedo hacer el tonto payaso por ti, si la situación lo amerita...
Luego, que vi la peli con un profe de filosofía que tú y yo conocemos, previa cena en el PARDOS y comentario post peli en el bar de Los Portales, porque la sensación de querer vino luego de "Entre Copas" parece una estrategia publicitaria muy efectiva...
En fin, que yo me encontré parecida a Maya, sobre todo con aquello de "cuando abres una botella de tal, ese es el momento especial" y luego, en su descripción tremendamente humana y sentimental del vino... en fin, mujeres... y yo, con mi manía de seguir lanzándome de cabeza a piscinas de dudoso fondo.
Un abrazo, mi queridísimo amigo. Y nada del Miles para tu futuro, carajo!
toma conmigo amigo, brindo porque brindemos
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