Llegué de Piura a las diez y media de la noche, recontra asado por una vieja de mierda que se puso a joder en la combi... me bajé frente a casa como siempre, pero no pude abrir la puerta porque estaba con el seguro puesto (mis papás lo dejan a veces así por los choros), así que toqué el tiembre como de costumbre pero nadie salió, estuve tocando el timbre un cuarto de hora hasta que mi soñolienta mamá bajó a abrir la puerta disculpándose, que se habían quedado dormidos viendo tele, que no habían oido el timbre... y mientras ella con mucho cariño preparaba mi cena empecé a desquitarme reclamándole por dejar el seguro puesto a pesar de estar en casa, por ser tan paranóicos con la seguridad, y por quedarse dormidos con la televisión encendida, así de idiota soy, reclamarle a mi pobre madre.
Claro, me disculpé dos segundos después. Ya más tranquilo me senté a cenar mientras le contaba de la vieja en la combi... (vieja de mierda...).
Piura, viernes 9:45 p.m.
Combi destartalada casi llena y a punto de salir, yo refundido en el último rincón, dos señoras cincuentonas suben cuando el cobrador les anuncia que al fondo hay sitio. La combi ya llena arranca. La vieja se deja caer (cual saco de papas) a mi lado, me pego lo más que puedo a la ventana, los dos patas al otro extremo del asiento también se acomodaron, queda un espacio muy pequeño, tan estrecho como el pasillo de la combi, una persona no entraba ahí ni cag... pero no, el cobrador dice que al fondo son cinco, que hagan sitio, y como los cobradores son personas desinteresadas tan preocupadas por la comodidad de sus clientes habrá que creerle, entonces en un esfuerzo sobrehumano y en perjuicio de rótulas y hombro me ajusto aun más, y supongo que al otro lado harían lo mismo por que la amiga de la vieja al fin se pudo sentar. Era cierto, había sitio para cinco personas... muy incómodas pero cinco al fin y al cabo.
Hasta ahí todo normal, tendría que soportar los 45 minutos de trayecto piura-sullana en una posición de faquir, lo de todas las semanas. Pero no todos piensan igual.
V de M: (con un codazo) Arrímate!
Yo: (por la gran...) ya no se puede (vieja de mierda...)
Amiga de la V de M: que incómodos estos asientos!
V de M: (otro codazo) Arrímate pues!
Yo: Señora le estoy diciendo que no se puede, no hay espacio. (las ganas de joder...)
Amiga de la V de M: mejor vamonos en la próxima combi, ésta está muy chica.
V de M: No! si acá hay espacio! (mentira!) sólo que este meloso (?) no se quiere mover más allá. (más allá??!! ¡¿a dónde vieja psicopata?!¿quieres que me aviente por la ventana?)
Yo: Señora vea, ya no me puedo mover más allá, estoy contra la pared. (o ventana , lo que sea ¿y ahora por que michi todos voltearon a mirar?)
Amiga de la V de M: Pero dile que se acomode mejor entonces, si hay espacio.
V de M: (más codazos) Que crees! si ya le he dicho y se me pone malcriado, seguro que no es estudiante (!) si fuera estudiante ya se habría movido (wtf! y eso que carajos tiene que ver??)
En fin, paró con la cantaleta, de todos modos dejó su codo clavado en mis costillas y lo movía de cuando en cuando, como recordatorio supongo. A mi lo que me jodía, más que su codo, era lo de decirme malcriado y lo de no ser estudiante (una manera medio estúpida de decirme ignorante, quizá suavizada para no ofenderme... tanto) y me quedé con las ganas de mandarla al diablo, de sacarle una de mis separatas de obligaciones naturales o sobre el codigo civil del 84; estuve esperando que me dijera alguna otra cosa pero no se refirió a mi el resto del viaje, se entretuvo rajando de su profesora de inglés, que se la había jalado en el listening (bien hecho!) y que era injusto que eso le bajara tanto el promedio (primero aprende a hablar bien tu idioma vieja cojuda).
Luego se puso a despotricar de La Ciudad y los Perros (no soy gran fanatico de Vargas Llosa pero ese libro en particular es uno de mis preferidos), se quejaba de que la habian tenido como cojuda leyendo esa tonteria que eran puras lisuras para que al final no entrara en el examen (aparentemente la vieja está en una clase de literatura, ¿estudiará para profesora? pobres sus futuros alumnos, la cantidad de mierda que tendrán que oir). Empezó a hablar rocas sobre Un mundo para Julius, y ya me estaba manoseando al buen Ribeyro cuando llegamos a Sullana. Algunas personas fueron bajando y quedaron unos asientos libres adelante adonde las señoras se pasaron al toque permitiendo que los que quedamos en el asiento recuperaramos la circulacion en multiples partes de nuestro cuerpo, la vieja no podía quedarse con las ganas y retomó el raje altísimo del malcriado, que muy comodón no se habia querido mover, que la falta de respeto de la juventud y la chicha del gato.
¡Falta de respeto! falta de respeto la suya y falta de sentido común tambien, alguien con un poco de sentido común se habría subido a otra combi, alguien con algo de materia gris dentro de su cabezota se habría dado cuenta que ya no había espacio, alguien menos cerrado sabría que tan o más importante que poder escribir en un idioma es poder entenderlo al escucharlo, que La ciudad y los Perros es muchísimo más que un cuentito con harta lisura, que Un mundo para Julius no es solamente la historia de un niñito que cambia sino una representacion conmovedora, tierna y cruel a veces de la sociedad de la clase alta limeña de mediados del siglo pasado en la que Bryce creció.
Pero bajé como si nada, sin decir ni una palabra, reprimiendo el deseo de (parafraseando a Neruda) darle muerte con un golpe de oreja. Para otro día será.
Claro, me disculpé dos segundos después. Ya más tranquilo me senté a cenar mientras le contaba de la vieja en la combi... (vieja de mierda...).
Piura, viernes 9:45 p.m.
Combi destartalada casi llena y a punto de salir, yo refundido en el último rincón, dos señoras cincuentonas suben cuando el cobrador les anuncia que al fondo hay sitio. La combi ya llena arranca. La vieja se deja caer (cual saco de papas) a mi lado, me pego lo más que puedo a la ventana, los dos patas al otro extremo del asiento también se acomodaron, queda un espacio muy pequeño, tan estrecho como el pasillo de la combi, una persona no entraba ahí ni cag... pero no, el cobrador dice que al fondo son cinco, que hagan sitio, y como los cobradores son personas desinteresadas tan preocupadas por la comodidad de sus clientes habrá que creerle, entonces en un esfuerzo sobrehumano y en perjuicio de rótulas y hombro me ajusto aun más, y supongo que al otro lado harían lo mismo por que la amiga de la vieja al fin se pudo sentar. Era cierto, había sitio para cinco personas... muy incómodas pero cinco al fin y al cabo.
Hasta ahí todo normal, tendría que soportar los 45 minutos de trayecto piura-sullana en una posición de faquir, lo de todas las semanas. Pero no todos piensan igual.
V de M: (con un codazo) Arrímate!
Yo: (por la gran...) ya no se puede (vieja de mierda...)
Amiga de la V de M: que incómodos estos asientos!
V de M: (otro codazo) Arrímate pues!
Yo: Señora le estoy diciendo que no se puede, no hay espacio. (las ganas de joder...)
Amiga de la V de M: mejor vamonos en la próxima combi, ésta está muy chica.
V de M: No! si acá hay espacio! (mentira!) sólo que este meloso (?) no se quiere mover más allá. (más allá??!! ¡¿a dónde vieja psicopata?!¿quieres que me aviente por la ventana?)
Yo: Señora vea, ya no me puedo mover más allá, estoy contra la pared. (o ventana , lo que sea ¿y ahora por que michi todos voltearon a mirar?)
Amiga de la V de M: Pero dile que se acomode mejor entonces, si hay espacio.
V de M: (más codazos) Que crees! si ya le he dicho y se me pone malcriado, seguro que no es estudiante (!) si fuera estudiante ya se habría movido (wtf! y eso que carajos tiene que ver??)
En fin, paró con la cantaleta, de todos modos dejó su codo clavado en mis costillas y lo movía de cuando en cuando, como recordatorio supongo. A mi lo que me jodía, más que su codo, era lo de decirme malcriado y lo de no ser estudiante (una manera medio estúpida de decirme ignorante, quizá suavizada para no ofenderme... tanto) y me quedé con las ganas de mandarla al diablo, de sacarle una de mis separatas de obligaciones naturales o sobre el codigo civil del 84; estuve esperando que me dijera alguna otra cosa pero no se refirió a mi el resto del viaje, se entretuvo rajando de su profesora de inglés, que se la había jalado en el listening (bien hecho!) y que era injusto que eso le bajara tanto el promedio (primero aprende a hablar bien tu idioma vieja cojuda).
Luego se puso a despotricar de La Ciudad y los Perros (no soy gran fanatico de Vargas Llosa pero ese libro en particular es uno de mis preferidos), se quejaba de que la habian tenido como cojuda leyendo esa tonteria que eran puras lisuras para que al final no entrara en el examen (aparentemente la vieja está en una clase de literatura, ¿estudiará para profesora? pobres sus futuros alumnos, la cantidad de mierda que tendrán que oir). Empezó a hablar rocas sobre Un mundo para Julius, y ya me estaba manoseando al buen Ribeyro cuando llegamos a Sullana. Algunas personas fueron bajando y quedaron unos asientos libres adelante adonde las señoras se pasaron al toque permitiendo que los que quedamos en el asiento recuperaramos la circulacion en multiples partes de nuestro cuerpo, la vieja no podía quedarse con las ganas y retomó el raje altísimo del malcriado, que muy comodón no se habia querido mover, que la falta de respeto de la juventud y la chicha del gato.
¡Falta de respeto! falta de respeto la suya y falta de sentido común tambien, alguien con un poco de sentido común se habría subido a otra combi, alguien con algo de materia gris dentro de su cabezota se habría dado cuenta que ya no había espacio, alguien menos cerrado sabría que tan o más importante que poder escribir en un idioma es poder entenderlo al escucharlo, que La ciudad y los Perros es muchísimo más que un cuentito con harta lisura, que Un mundo para Julius no es solamente la historia de un niñito que cambia sino una representacion conmovedora, tierna y cruel a veces de la sociedad de la clase alta limeña de mediados del siglo pasado en la que Bryce creció.
Pero bajé como si nada, sin decir ni una palabra, reprimiendo el deseo de (parafraseando a Neruda) darle muerte con un golpe de oreja. Para otro día será.
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